Asunto de otros

Cuatro de nuestros nietos estaban jugando con un tren en miniatura, y los dos menores discutían por una locomotora. Cuando el de ocho años empezó a intervenir, su hermana de seis dijo: «No te preocupes por los asuntos de ellos». Palabras sabias para todos… pero, cuando la discusión pasó a las lágrimas, la abuela apareció, los separó y consoló a los peleadores.

Actos sencillos de bondad

Cuando mi mamá estaba internada, cerca del final de sus días en la tierra, me conmovió la bondad genuina de una cuidadora de la residencia. Después de levantar suavemente a mi mamá de su silla y acostarla, la asistente le acarició la cabeza, mientras se inclinaba para decirle: «Eres tan dulce». Luego, me preguntó cómo estaba yo. Su amabilidad me conmovió en aquel momento y lo sigue haciendo hoy.

Dar un paso de fe

El orador invitado habló de confiar en Dios y «entrar en el río». Contó sobre un pastor que confió en Dios y decidió dar un sermón sobre las verdades de la Biblia, a pesar de la nueva ley en su país. Lo condenaron y pasó 30 días preso. Pero se apeló la causa y el tribunal decidió que el pastor tenía derecho a dar una interpretación personal de la Biblia e instar a otros a seguirla.

Lugares desiertos

Cuando recién me convertí, pensaba que encontraría a Jesús en las experiencias en «la cumbre de la montaña». Pero esos éxtasis rara vez duraban o me hacían madurar. La autora Lina Abujamra dice que es en los lugares desiertos donde nos encontramos con Dios y crecemos. En su libro Through the Desert [A través del desierto], escribe: «El objetivo de Dios es usar los lugares desiertos de nuestra vida para hacernos fuertes». Y agrega: «La idea es que la bondad de Dios la recibas en medio de tu sufrimiento, no que haga que no tengas que sufrir».

Luchando con Dios

Un viejo amigo me envió una nota después de la muerte de mi esposo: «[Alan] fue […] alguien que luchaba con Dios. Un verdadero Jacob y una razón poderosa de que yo sea creyente hoy». Nunca había pensado en comparar las luchas de Alan con las de Jacob, pero era apropiado. Toda su vida había luchado consigo mismo y con Dios para obtener respuestas. Lo amaba, pero no siempre podía internalizar la realidad de que Él lo amaba, lo perdonaba y escuchaba sus oraciones. Aun así, su vida tuvo sus bendiciones e influyó positivamente en otros.

Gozo al dar

Cuando al hijo menor de Keri lo estaban volviendo a operar por algo relacionado con su distrofia muscular, ella quiso dejar de pensar en su situación familiar, haciendo algo por otra persona. Entonces, tomó los zapatos gastados pero en buenas condiciones de su hijo y los donó a un ministerio. Su donación incentivó a amigos, familiares e incluso vecinos a unirse a ella, ¡y poco después se donaron más de 200 pares!

Congregarse en Jesús

Cuando atravesaba un largo período de angustia y lucha emocional y espiritual debido a circunstancias difíciles en mi vida, habría sido fácil alejarme de la iglesia, pero me sentí impulsada a asistir todos los domingos.

La pasión de Cristo

Antes de que Jim Caviezel protagonizara a Jesús en el filme La Pasión de Cristo, el director, Mel Gibson, le advirtió que el papel sería extremadamente difícil y podría afectar de forma negativa su carrera en Hollywood. Caviezel lo aceptó de todos modos, diciendo: «Pienso que tenemos que hacerlo, aunque sea difícil».

Un llamado a orar

Abraham Lincoln le confesó a un amigo: «Muchas veces fui llevado a ponerme de rodillas ante la abrumadora convicción de que no tenía ningún otro lugar adonde ir». Durante los horrorosos años de la Guerra Civil Estadounidense, el presidente Lincoln no solo pasó tiempo orando fervientemente, sino que también convocó al país a unirse a él. En 1861, decretó un «día de humillación, oración y ayuno». Y lo repitió en 1863, declarando: «Es el deber de todas las naciones, así como de los hombres, depender del poder soberano de Dios: confesar sus pecados y transgresiones con humilde tristeza, pero con la segura esperanza de que el arrepentimiento genuino traerá misericordia y perdón».

Superar las pruebas

Anne creció en la pobreza y el dolor. Cuando tenía cinco años, una enfermedad la dejó parcialmente ciega e incapaz de leer y escribir. Tiempo después, su madre murió de tuberculosis, y su padre abusivo abandonó a los hijos que habían sobrevivido. Anne y su hermano Jimmie fueron a parar a un albergue para indigentes. Pocos meses después, Jimmie falleció.